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Las vacunas han sido responsables, en las últimas décadas, de un aumento de 30 años en la esperanza de vida. Las tasas de mortalidad infantil que estaban por encima del 20% se han reducido a niveles cercanos a un solo dígito, en gran parte de Brasil, gracias a dos iniciativas importantes: agua potable y vacunación. Después del agua potable, ninguna otra intervención ha tenido tanto impacto como las inmunizaciones: salvan vidas, reducen las hospitalizaciones y las secuelas de enfermedades.
Imagen propiedad de Lifestyle Unstoppable.
No hay duda de los beneficios de la vacunación para cualquier enfermedad que consideremos, incluso las más letales, como la neumonía, la meningitis, la diarrea y la hepatitis. La vacunación reduce la mortalidad infantil, aumenta la esperanza de vida y ofrece mejores condiciones para el crecimiento y el desarrollo.
Cuando se autoriza una nueva vacuna, se prueba mediante estudios controlados en unos pocos niños y luego, a medida que se expande su uso, se continúa la vigilancia y el seguimiento posteriores a la autorización para garantizar la seguridad de la vacuna. Hay dos aspectos que tenemos que tener en cuenta a la hora de vacunar: su eficacia protectora, es decir, el impacto que tiene en la reducción de la enfermedad, y la seguridad. Tiene que aportar beneficios a la población, a cualquier edad.
No está justificado tener vacunas que no sean seguras y que traigan más riesgos que beneficios y ningún programa en el mundo pondrá a disposición de su población una vacuna cuyos riesgos de efectos secundarios sean mayores que los beneficios. La vacuna puede provocar una reacción, pero el beneficio de la prevención de enfermedades es ciertamente mucho mayor y los efectos secundarios asociados con ellas, que llamamos efectos adversos, son raros, temporales, transitorios y no se comparan con los beneficios de la prevención de enfermedades.
En 2020, esta caída se debió en gran medida a la pandemia. Pero la cobertura de vacunación ya ha ido cayendo en los últimos años, debido a varios factores. Se están realizando algunos estudios para descubrir las causas de la no adherencia de la población, proporcionando información más concreta y menos impresiones sobre el tema. La mayoría de los expertos entienden que, entre las principales causas, se encuentran el apretado calendario de vacunación, los horarios inflexibles para acomodar a la población que no puede faltar al trabajo para llevar al niño al centro de vacunación, los problemas de accesibilidad y las fake news .
Escrito por el Dr. José Roberto Lutti Filho.
Especialista en Pediatría y Neonatología.
(CRM: 108147-SP)
Ingresa a nuestro “Catálogo” para comprar tus vitaminas y sigue nuestro Instagram @lifestyle_unstoppable para obtener más consejos saludables para el día a día.
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Las vacunas han sido responsables en las últimas décadas de un aumento de 30 años en la esperanza de vida. Las tasas de mortalidad infantil que estaban por encima del 20% han caído a niveles cercanos a un solo dígito en gran parte de Brasil, gracias a dos iniciativas importantes: agua potable y vacunación. Después del agua potable, ninguna otra intervención ha tenido tanto impacto como las inmunizaciones: salvan vidas, reducen las hospitalizaciones y las secuelas de enfermedades.
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No hay duda de los beneficios de la vacunación para cualquier enfermedad que podamos considerar, incluso las más letales, como la neumonía, la meningitis, la diarrea y la hepatitis. La vacunación reduce la mortalidad infantil, aumenta la esperanza de vida y proporciona más condiciones para el crecimiento y el desarrollo.
Cuando se autoriza una nueva vacuna, se prueba mediante estudios controlados en unos pocos niños y luego, a medida que se expande su uso, se realizan vigilancia y seguimiento posteriores a la autorización para garantizar la seguridad de la vacuna. Hay dos aspectos que tenemos que tener en cuenta en la vacunación: su eficacia protectora, es decir, el impacto que tiene en la reducción de la enfermedad, y la seguridad. Tiene que beneficiar a la población, a cualquier edad.
No se justifica tener vacunas que no sean seguras y que traigan más riesgos que beneficios y ningún programa en el mundo pondrá a disposición de su población una vacuna cuyos riesgos de efectos secundarios sean mayores que los beneficios. La vacuna puede provocar una reacción, pero el beneficio de la prevención de enfermedades es ciertamente mucho mayor y los efectos secundarios asociados con ellas, que llamamos efectos adversos, son raros, no duraderos y no se comparan con los beneficios de la prevención de enfermedades.
En 2020, esta caída se debió en gran medida a la pandemia. Pero la cobertura de vacunación ya había disminuido en los últimos años, como resultado de varios factores. Se están realizando algunos estudios para que, si se descubren las causas de la no adherencia de la población, tengamos información más concreta y menos impresiones sobre el tema. La mayoría de los expertos entienden que, entre las principales causas, está el calendario completo de vacunación, horarios inflexibles para atender a la población que no puede faltar al trabajo para llevar al niño al puesto de vacunación, problemas de accesibilidad y noticias falsas.
Escrito por el Dr. José Roberto Lutti Filho.
Especialista en Pediatría y Neonatología.
(CRM: 108147-SP)
Traducido por Equipo Imparable.
(Para dudas o sugerencias contactar por email
estilo de vidaunstoppable@gmail.com )
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Las vacunas han sido responsables, en las últimas décadas, de un aumento de 30 años en la esperanza de vida. Las tasas de mortalidad infantil, que superaban el 20%, se han reducido a niveles cercanos a un solo dígito en gran parte de Brasil, gracias a dos iniciativas importantes: agua potable y vacunación. Después del agua potable, ninguna otra intervención ha tenido tanto impacto como la vacunación: salvar vidas, reducir las hospitalizaciones y las consecuencias de las enfermedades.
No corresponde a la cuestión de los beneficios de la vacunación para cualquier enfermedad que podamos considerar, incluidas las más letales, como la neumonía, la meningitis, la diarrea y la hepatitis. La vacunación reduce la mortalidad infantil, aumenta la esperanza de vida y proporciona mejores condiciones para el crecimiento y el desarrollo.
Cuando se autoriza una nueva vacuna, se prueba mediante estudios controlados en unos pocos niños y en el extranjero, a medida que se amplía su uso, se realiza vigilancia y seguimiento posterior a la autorización para garantizar la seguridad de la vacuna. Hay dos aspectos que tenemos que considerar en la vacunación: su eficacia protectora, es decir, el impacto que tiene en la reducción de enfermedades, y la seguridad. Tiene que aportar beneficios a la población, de cualquier edad.
No se justifica tener vacunas que no sean seguras y que traigan más riesgos que beneficios y ningún programa en el mundo considerará la disposición de su población de una vacuna cuyos riesgos de efectos secundarios sean mayores que los beneficios. La vacuna puede provocar una reacción, pero el beneficio de la prevención de enfermedades es ciertamente mucho mayor y los efectos secundarios asociados a ellas, que llamamos efectos adversos, son raros, transitorios y no se comparan con los beneficios de la prevención de enfermedades.
En 2020, esta caída se debió en gran medida a la pandemia. Sin embargo, la cobertura de vacunación ha disminuido en los últimos años, como resultado de varios factores. Si estamos realizando algunos estudios para que, si descubrimos las causas de la no adherencia de la población, tengamos más información concreta y menos impresiones sobre el tema. La mayoría de los expertos entienden que, entre las principales causas, se encuentran un calendario de vacunación completo, calendarios inflexibles para atender a la población que no puede faltar al trabajo para llevar a un niño a la etapa de vacunación, problemas de accesibilidad y noticias falsas.
Escrito por el Dr. José Roberto Lutti Filho.
Especialista en Pediatría y Neonatología
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